OPINION (by Alberto Bullrich) -- A
friend’s son was told to leave his classroom at the village Adult Education
Centre the other day. He called his mother in tears; she went to speak with the
teacher, who told her that the ‘head office’ had denied the boy, 17, permission
to take the exams at the end of the course because he was born in January,
after the ‘adult’ deadline of December 31. He would have to wait a whole year, though
he was offered other unrealistic alternatives. Fair enough, he was born ‘too
late’ so he is not officially an adult yet. But why was he eager to attend
these classes?
Because he
left school at 14 (the law says he should have stayed until he became 16, the
official school leaving age, but in rural Andalucía is not noticeably applied)
and has realised his mistake. He needed his Graduado
Escolar (high school diploma) so he can go on to further study to become a
mechanic with the right papers to get a job. The boy had been very enthusiastic
about his plans – he is now devastated.
A well acknowledged disaster
Education in Andalucía
is a well acknowledged disaster, with some of the highest rates of absenteeism
and school desertion in Europe, yet here is one youngster (there must surely be
others) whose eagerness for bettering himself has been dealt what may even be a
fatal blow as far as improvements go. Andalucía can’t afford to allow that to
happen without risking the future of its younger generations and therefore its
own.
Equally,
Andalucía’s education system is so convoluted and unnecessarily complex that it
is not surprising that the teaching profession has evolved from one that for
generations was a reasonably-paid, secure vocation, to one that is only there
to get a pay packet at the end of the month, with precious little happening in
between. This is not to say that there are no teachers in it for vocational
purposes rather than job security and long holidays. Quite the contrary; most
of the teachers with an evident vocation I have spoken to over the years – and
there are a good many – agree in different ways and levels that the system is
antiquated and the education authorities are much too rigid, which translates
into demoralisation and all that implies.
Foreign parents
putting their children through the Andalusian system mostly agree that methods,
curriculums, facilities and attitudes are well out of date. Many express their
frustration at it, but, unless they have the resources, they’re stuck with the
worst system in Spain, if not in Europe. I have met families who, having moved
here, soon decide to leave because they have small children of school age or
approaching it. Sad.
Will things change?
Where are
Spanish families left? They’re in a similar position, with no alternative
unless they can afford a private education, which is comparatively expensive
and usually attached to the Catholic Church in some way. Or they can move away
from Andalucía to a place with better education. What else?
The only
solution is a revolution in the education system of Andalucía, but that is
unlikely to happen: children don’t have a vote. But their parents do.
Andalucía: desastre en educación
OPINIÓN – El otro día, al hijo de una amiga le cerraron
la puerta en la Escuela de Adultos de su pueblo. Llorando, llamó a su madre;
ella fue inmediatamente a hablar con el profesor, quien le explicó que sus jefes habían denegado permiso para que
el chaval, de 17 años, pudiera examinarse al final del curso porque había
nacido en enero – es decir, unos días después del 31 de diciembre, fecha tope
para ser adulto. El muchacho tendrá
que esperar un año entero, aunque se le ofrecieron otras alternativas; entre
ellas ir a clase como observador, que para la mayoría de adolescentes no
tendría mucha gracia...
¿Por qué quería él atender estas clases para adultos?
Sencillamente porque dejó de asistir a las de su Instituto cuando tenía 14 años
y ahora recapacitaba. Se dio cuenta que le hacía falta el Graduado Escolar para
casi todo, y también, claro está, para sacar el carné de conducir. Su ambición
era poder estudiar mecánica y tener los papeles en orden para un buen empleo,
según su madre. Su ambición era notable – ya no lo es: está deshecho con las situaciones
que le han proporcionado.
Desastre bien conocido
Ya se sabe que la educación en Andalucía es un desastre,
con niveles tan vergonzosos de absentismo y abandono escolar que nos dejan
entre lo más pobre de España y de Europa. Sin embargo, aquí hay un muchacho, al
contrario que muchos, cuyo entusiasmo por el estudio puede desaparecer del
todo. Andalucía no puede permitirse ese lujo.
El sistema andaluz de educación es tan innecesariamente
enrevesado y complejo que no sorprende que la profesión que alguna vez fuera
más que profesión, una vocación relativamente bien pagada, segura y muy
respetada, se haya convertido en algo donde el objetivo de la aparente
mayoría es sencillamente hacer lo menos
posible por la mayor cantidad de retribución posible y, eso sí, la paga al
final de mes, largas vacaciones incluidas. Esto no quiere decir que no existan
vocaciones en esa profesión; al contrario, hay muchas y muy buenas, a pesar de
todo.
Casi todos los profesores y profesoras con quienes he
hablado durante años – y suman una ingente cantidad porque vivo muy cerca de un
colegio – concuerdan de varias maneras en que el sistema está anticuado y las
autoridades correspondientes muy rígidas, lo cual se traduce en desmoralización
y desazón, con todo lo que ello implica.
También hablo mucho con los residentes extranjeros con
niños escolarizados en esta comunidad: ven que los currículos, métodos,
infraestructuras, actitudes, etc. están atrasados en décadas. Unos cuantos
expresan su frustración ante la evidencia, pero a menos que tengan los recursos
económicos no tienen más remedio que aceptar que sus hijos e hijas se preparan en uno de los peores sistemas
de España, sino Europa. He conocido familias que habiendo decidido residir
aquí, muy pronto han tomado la decisión contraria: se van porque tienen hijos e
hijas que tienen edad para entrar en el sistema, o se aproximan a ella. Triste,
muy triste.
¿Qué pasa entonces con las familias españolas?
Casi se encuentran en peor situación que los extranjeros,
sin los recursos para acudir a otro lugar o sistema. La educación privada suele
ser demasiada costosa, y casi siempre está ligada de alguna forma a la Iglesia.
Estoy seguro que muchos se mudarían a otra parte si pudieran. ¿Qué remedio?
La única solución es una revolución en el sistema
educativo andaluz, pero es muy improbable: los niños y niñas no tienen voto.
Pero sus padres y madres, sí.
Such a sad story! Sadly, with out education, things never change. The only way to improve the situtation permanently is to educate and ensure education is free for everyone and mandatory to a certain age/level.
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